Triduo | Día 1 – Meditamos sobre la persona del Cardenal
Guía-El cardenal argentino Eduardo Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 en Nueve de Julio, Buenos Aires y murió a la edad de 77 años, el 5 de febrero de 1998, en Roma, sus restos descansan en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, dónde pidió ser sepultado.
Fue el hijo menor de José Pironio y Enriqueta Buttazzoni. Era una familia numerosa (22 hijos) y profundamente católica. Su madre recibió las gracias de la Virgen de Luján, a su mediación se debe su curación milagrosa, que le permitiera dar a luz a Eduardo. Este acontecimiento va a provocar una profunda devoción por María. Su padre José falleció de una apendicitis cuando él tenía apenas ocho años. Con tan solo 11 años ingresó al seminario San José de La Plata el 14 de marzo de 1932.
Su ordenación sacerdotal tuvo lugar en la Basílica de Nuestra Señora de Luján el 5 de diciembre de 1943, fue consagrado obispo allí también el 31 de mayo de 1964, con el título de Ceciri y Obispo Auxiliar de la Plata. Finalmente es creado cardenal por San Pablo VI en el consistorio del 24 de mayo de 1976 con el título de los Santos Cosme y Damián.
Sirvió a la Iglesia Argentina, Latinoamericana y Universal en distintas tareas que le fueron confiadas.
Nos disponemos a escuchar la Palabra, que iluminó su vida e ilumina la nuestra:
Lector: De la Carta de San Pablo a los Romanos 12, 12
Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración.
Meditamos unos minutos en silencio
Guía: Amigo de Dios y de los hombres el padre Eduardo vivió su fe con alegría y esperanza desde la contemplación y la oración activa, de la mano de María, a quien amó con fervor, nos enseñó a amar a la iglesia y a los hombres. Con palabras del padre Eduardo, pongamos en Ella nuestra mirada en camino del Adviento y preparando la Beatificación del Cardenal:
“María es feliz porque Dios la ama, le revela su plan de salvación y ella se entrega por amor a un Dios para quien nada es imposible (cf. Lc 1,37).”
“María es la mujer de lo simple, de lo cotidiano, de la oración humilde y contemplativa: “María por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Sólo los contemplativos son capaces de acoger en su profundidad la fe y comunicarla con transparencia y eficacia. La nueva evangelización exige hombres y mujeres contemplativos.” (Cardenal Pironio: La alegría de la fe)
Pidamos por su intercesión: Por intercesión del Beato, te lo pedimos Señor
- Que podamos, como María, recibir al Salvador con alegría. Oremos
- Que en el silencio y la oración lleguemos a unirnos profundamente con Jesús. Oremos
- Que nuestra unión a Cristo nos mueva a comunicar la fe y a vivirla cada día y todos los días. Oremos
- En el silencio del corazón o en comunidad ponemos nuestras intenciones
Rezamos: Padre Nuestro. Ave María y Gloria. –
Beato Eduardo Pironio- Ruega por nosotros. –